5 El crecimiento, sectorial o regional, es muy caótico y desigual
Publicado en Página Siete, abril 09, 2023
El modelo económico social comunitario productivo en debate (5)
El crecimiento, sectorial o regional, es muy caótico y desigual
El crecimiento del PIB no refleja la realidad de sectores ni de regiones
Cerrando el análisis sobre el crecimiento de la economía y sus efectos
sociales, analizamos el amplio abanico de tasas de crecimiento de las
actividades económicas en los departamentos respecto al crecimiento anual del
PIB nacional. La conclusión general, es que las realidades en cada sector y en
los nueve departamentos, son muy variables, de manera que los valores del PIB a
nivel nacional, están muy lejos de reflejar las realidades sectoriales y
regionales.
Para ello, tomamos como ejemplo,
el crecimiento de las actividades económicas frente a las obligaciones
generadas por el segundo aguinaldo que todos los empleadores debían pagar, a
sus empleados, siempre que la tasa de crecimiento del PIB supere el 4,5% en la
gestión”.
Mostramos que,
sin los aportes de impuestos, de la administración pública, y de los servicios
financieros –el agregado FAPI que no aporta ni a la generación de valor ni al
empleo, en ningún año la economía creció más del 4,5%; y que la gran
mayoría de las actividades creadoras de valor y empleo, fueron forzadas a
realizar este pago a pesar de haber tenido crecimientos muy por debajo,
incluso, del 2,5%.
La conclusión
general, es que esta norma ha beneficiado a los empleados de los sectores que
menos aportan a la generación de valor y a la creación de oportunidades de
empleo para la sociedad, mientras que ha castigado severamente al resto de los sectores
y actores, en directa proporción a la intensidad en empleo de sus actividades.
¿Quiénes debían
pagar el segundo aguinaldo en 2014?
El Decreto
Supremo 1802 “Esfuerzo por Bolivia”, de noviembre de 2013, establece que los (y
las) trabajadores del sector público y privado serán favorecidos con el pago de
un segundo aguinaldo (2Ag) cuando el crecimiento del Producto Interno Bruto
(PIB) esté por encima del 4,5%. Esta medida supone que el crecimiento
del PIB es un valor uniforme aplicable a todas las actividades económicas, y en
toda la geografía nacional.
Tomando, para efectos
ilustrativos, el promedio de las tasas de crecimiento 2013 y 2014 para los 28
subsectores que consideran las series históricas del INE, vemos inicialmente a
los nueve subsectores que tuvieron crecimientos superiores al 4,5% incluyendo
su participación en la estructura del empleo.
Los sectores
que crecieron en promedio 10% o más, son los Servicios Financieros, Impuestos
(IVA, IT y otros Impuestos indirectos), Refinación de Petróleo, y Construcción.
En general, los sectores de alto crecimiento representan el 52% a la estructura
del PIB, pero solo aportan el 20% al empleo; es decir, las actividades de alto
crecimiento están en sectores “intensivos en capital”, que se caracterizan
precisamente por concentrar la riqueza porque, como no generan mucho empleo, no
aportan mayormente al ingreso de los hogares vía remuneraciones.
La mitad de los
aportes de estos sectores de alto crecimiento (el 26% del PIB nacional que suman
la Administración Pública, Impuestos y Servicios Financieros) no generan ni valor
ni empleo productivo a la economía: su aporte al PIB, en realidad, se lo logra
“extrayendo” aportes de los otros sectores efectivamente productivos.
Además, el
crecimiento de estos sectores no es uniforme en todo el país, lo que implica un
crecimiento regional desigual; los diagramas muestran las tasas de crecimiento
de los sectores de actividad por departamento respecto al crecimiento del 4,5%
(“círculos” punteados).
Los sectores
que crecieron menos del 4,5%
significan el 80% del empleo y el 53% del PIB (antes de restar los “servicios
bancarios imputados” que son el costo de la intermediación financiera), e
incluyen prácticamente a todas las actividades de la “economía real”; en
promedio, tienen un crecimiento de apenas 2,5%, valor bastante inferior al
establecido por el DS 1802 como umbral de “alto crecimiento” (4,5%).
En la última
fila del Cuadro, figuran los “Servicios Bancarios Imputados”, que muestran una
alta tasa de crecimiento (12,4%) pero un aporte negativo al PIB (-4,5%). Con
este detalle, las Cuentas Nacionales están restando al conjunto de la economía
el aporte que en la figura 1 aparece como aporte de los Servicios Financieros
al PIB (+4,9%). Es decir, el financiamiento del sistema bancario, en realidad,
no crea ni aporta valor alguno; por el contrario, lo resta del valor generado
por las actividades “reales”.
Comparando las figuras
1 y 3, se concluye que, si bien la economía boliviana ha crecido, lo ha hecho
sobre la base de sectores que no necesariamente expresan una salud
macroeconómica compatible con los objetivos de erradicación de la pobreza y de
desarrollo a largo plazo.
Al igual que
para los sectores de alto crecimiento, el comportamiento de los sectores de
bajo crecimiento tampoco es uniforme en
todas las regiones del país, como se evidencia en los siguientes diagramas (La línea punteada, en todos los casos, muestra el
nivel referencial del 4.5% de crecimiento del PIB).
Las incidencias sectoriales en la tasa de crecimiento del PIB
Las tasas de
crecimiento sectoriales que revisamos, no son el mejor criterio para
interpretar correctamente el crecimiento, en su magnitud y en su calidad. Por
ejemplo, la refinación de petróleo creció a casi el 12% (promedio 2013-2014)
pero sólo representa un 2% del PIB total y “aporta” con actividad económica directa
a sólo dos ciudades.
La
“incidencia”, es la tasa de crecimiento de cada sector, ajustada por su tamaño relativo
respecto a la economía total, de manera que la tasa total del crecimiento de la
economía es la suma de las incidencias sectoriales. Para el período julio de 2014 a junio de 2015, el panel muestra el PIBpm nacional
y las incidencias de los sectores FAPI.
Es evidente que,
sin la incidencia de impuestos, el crecimiento del PIBpb es menor al 4,5%, por
lo que no habría correspondido el pago del 2Ag; sin el aporte de la
Administración Pública, el crecimiento es solo del orden del 3,6%, y sin el
sector financiero, cae al 3,2%.
Los datos sobre el crecimiento del Departamento de Tarija entre 1990 y 2014, son más duros al mostrar la incidencia de los diferentes sectores de actividad en el crecimiento, y las fuertes distorsiones que esas pueden implicar desde la perspectiva de un desarrollo más sostenido (y sostenible) con horizontes de mediano y largo plazo.
El crecimiento
ha estado alrededor del 5%; en 2005, alcanza el 25,4% superando incluso el
asombroso crecimiento del “milagro Chino”, que, por años, se situaba en la
cercanía del 20%. Lamentablemente, el 2005 no fue el nacimiento del “milagro
tarijeño”; tiene que ver con el aumento de recaudaciones de impuestos a las
actividades extractivas (gas) como resultado de la Ley de Hidrocarburos. El
crecimiento del 25% en 2005, sin impuestos y sin el aporte del gas –sector
extractivo, en general, cae al 1%, nivel que se ha mantenido hasta la fecha.
Merece destacar
que, en los años 90, la industria tarijeña aportaba una base de 2% a su
crecimiento, aporte que prácticamente desaparece desde 2005; en 2014, el
crecimiento de la actividad económica “propiamente tarijeña” llega al 0,77% de
los cuales 0,35% “aporta” el Sector Financiero, 0,32% el transporte, y 0,2% la
agricultura.
La economía
real en Tarija, estancada desde 2005, refleja la baja capacidad de crear empleo
digno, productivo y sostenible fuera del sector público. Sin embargo, las
miradas superficiales a los datos generales del crecimiento, se quedan con la
idea de que el ingreso por persona en Tarija es el de mayor crecimiento en el
país lo que, en esa mirada lineal, implicaría que las y los tarijeños habrían superado
el nivel promedio de vida de América Latina, lejos de la pobreza que afectan al
resto del país.
A manera de
conclusiones sobre el crecimiento
Los organismos
internacionales celebraban la fortaleza y la salud macro-económica que los
recursos naturales han brindado a Bolivia y, hasta el pasado año, no anticipaban
sobresaltos en el futuro inmediato; recomendaban controlar la inflación y fortalecer
el sistema financiero como prioridades, y consideraban como objetivos a largo plazo,
lograr avances en la reducción de la pobreza y el subempleo.
Pero el análisis del patrón
de crecimiento resultante, sugiere que, lo
que ha crecido en la economía boliviana, es precisamente lo que menos debería
crecer si buscamos una economía orientada al vivir bien.
En resumen, el crecimiento de la economía está
desproporcionadamente influido (y, de hecho, distorsionado) por la incidencia
de la extracción de gas/hidrocarburos (el extractivismo), cuyos negativos
efectos están acentuados por los impuestos (de tipo regresivo: reducen la
capacidad de gasto-consumo de los hogares), la Administración Pública (que, por
definición no aporta valor agregado, pero que, transformada en “buro-parásito-cracia”,
frena y des-incentiva a las iniciativas privadas que pueden hacerlo), y la
intermediación financiera: tiene utilidades casi garantizadas por la ley, pero son
costos que carcomen el valor agregado de las actividades productivas.
La tasa de crecimiento del PIB nacional, está muy
lejos de reflejar la realidad de los sectores y de las regiones. En este
sentido, la realidad contradice el supuesto bienestar que uno esperaría del “mayor
crecimiento de América Latina”, fundamentalmente porque el crecimiento del PIB boliviano
no responde efectivamente a la ampliación y diversificación del aparato productivo,
ni a su capacidad de crear valor y empleo digno.
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