2 El crecimiento del PIB no garantiza bienestar para las familias
Publicado en Página Siete, marzo 19, 2023
El Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) en debate (Parte 2)
El crecimiento del PIB no garantiza
bienestar para las familias
El PIB es el
indicador más usado para medir el bienestar material de la sociedad,
interpretación que ahora es cuestionada por economistas académicos y cientistas
sociales. Se observa que el PIB no incluye significativos aportes no
remuneradas al bienestar de la sociedad pero que no se transan en los mercados,
como la producción de alimentos para el consumo familiar, o los aportes al
cuidado de niños y ancianos que se practican normalmente en las familias;
excluye también a los grandes segmentos de actividad económica que se
desarrollan al margen de la normativa formal (por las llamadas actividades
“informales” o “economías subterráneas”); y, entre otros aspectos, es cada vez
más criticado que el PIB no toma en cuenta los impactos ambientales ni la
desaparición de recursos naturales.
Por ello, es
frecuente que se pierda de vista el impacto efectivo de “la forma del
crecimiento” en la realidad cotidiana de las personas y en su bienestar.
Cómo se forma el PIB
Se define
al PIB como la suma (cantidades o valores) de los bienes y servicios finales producidos
en el territorio durante una gestión. Por ejemplo, tomemos el caso de un taller (o una fábrica) que produce
camisas. La empresa compra tela, hilo y botones, con lo que los trabajadores
producen camisas –utilizando variables grados de tecnología, que luego se ponen
a la venta a un determinado precio. Al final del período (día, mes, año, etc.),
la empresa tendrá ingresos por la venta de las camisas producidas; si a este
ingreso se le resta el costo de la tela, los hilos y los botones –que ahora son
parte de las camisas, se obtiene el “valor agregado por el proceso productivo”;
este valor agregado está definido por la diferencia entre el precio de venta
del producto y el costo de los insumos incorporados (precio de compra de los
insumos).
El valor agregado permite remunerar a los trabajadores, compensar el
desgaste de máquinas (depreciaciones) pagar intereses, alquileres, generar
utilidades, y pagar impuestos asociados a la producción. El PIB es la suma de
todos los valores agregados que generan las actividades económicas, aunque hay
diferencias: producir camisas –la manufactura en general, contribuye al PIB
creando nuevos bienes mediante procesos que agregan valor al transformar los
insumos y generan empleo; la remuneración a ese trabajo otorga a los hogares
los ingresos necesarios para adquirir los bienes y servicios producidos; otras
actividades, como el comercio, aportan al PIB porque aumentan el precio final del
producto hasta la venta al detalle, pero no crean nuevos productos (“valor”):
solo generan “rentas” para los comerciantes.
Por ello, mientras mayor sea el aporte de la agregación de valor y de
creación de empleo remunerado a la simple generación de rentas, el PIB
reflejará mejor el bienestar de las familias. En Bolivia, el PIB está
fuertemente determinado por el extractivismo, el comercio y los servicios –destacando
servicios financieros y administración pública, que son actividades esencialmente
rentistas: no agregan valor a la economía ni contribuyen a la creación de empleo
productivo.
Por último,
como nadie produce para guardar su producción, podemos suponer que el valor del
PIB depende de la capacidad de consumo (la demanda) del mercado interno y del externo
(las exportaciones); que lo afectan las importaciones (que reducen la demanda
de producción interna); y, finalmente, con el nivel de los ahorros que se
destinan a las inversiones necesarias para tener la capacidad productiva que satisfaga
las demandas, internas y externas.
Las estructuras del PIB
El esquema básico de los flujos
y las relaciones del funcionamiento de una economía simple, parte de la demanda
que los hogares tienen por una amplia gama de bienes y servicios; esta demanda
induce a las empresas a producir los bienes y los servicios (B/S) que necesitan
los hogares; para producir, las empresas invierten en equipos y maquinarias,
creando empleo para operarios, técnicos, administrativos, etc.; como resultado,
la economía crea los B/S que los hogares demandan, a la vez que, a través de
las remuneraciones al trabajo, otorga la capacidad de compra necesaria para que
los hogares absorban la producción.
Retomando
la idea que el PIB es la suma de los valores agregados por la actividad
económica, a partir de este esquema básico, el PIB es la suma las
remuneraciones a los trabajadores (REM) y del “excedente bruto empresarial”
(EBE) con el que se cubren depreciaciones, alquileres, utilidades y otros. Este
PIB se denomina “a precios básicos” (PIBpb) porque considera solo los procesos
al interior de la empresa. El PIB a precios de mercado (PIBpm), incluye además
los impuestos y otros
cargos (IMP) que se incluyen en el precio final de venta de los productos.
El PIBpm medido por los ingresos, debe ser igual al
medido por el gasto: el PIBpm es también igual a la suma del gasto en consumo
final del gobierno (GCFG), más el gasto en consumo final de los hogares (GCFH),
más las inversiones para fortalecer el aparato productivo (denominada la
“formación bruta de capital fijo”, FBKF), más las “exportaciones netas (Xn)”,
que es el valor de los productos exportados (X), menos el consumo bienes
importados (M) que no aportan al valor agregado nacional.
El crecimiento del
PIB se traduce en desarrollo en la medida que los diferentes factores que
determinan el PIB contribuyan al bienestar de las personas. Por ejemplo, como
la producción requiere necesariamente de una demanda que pueda absorberla, el aumento
de la capacidad productiva debe estar acompañado de mecanismos de distribución
del ingreso que aseguren a los trabajadores (los hogares) la capacidad de
consumo compatible con los niveles de la producción. En consecuencia, lograr
aproximaciones a “equilibrios saludables” entre oferta y demanda implica, por ejemplo,
que la economía asegure a la sociedad las oportunidades de acceso a empleos dignamente
remunerados.
Un esquema
más realista del funcionamiento básico de la economía, además del proceso
básico de generación de los ingresos, considera todos los otros elementos
vinculados al gasto público, las inversiones, y el comercio global a los que se
destinan los ingresos.
El comportamiento de la estructura del PIB desde 1990
Hacia el 2005, el PIB boliviano era de aproximadamente 10
mil millones de dólares; en el 2016, llegaba a los 40 mil millones. Como
muestra el esquema, el tamaño del PIB aumentó, pero también cambió su
estructura: los aportes relativos de las remuneraciones, del excedente
empresarial, y de los impuestos cambiaron reflejando las políticas vigentes en
cada período.
Es obvio que existen relaciones
directas entre, por ejemplo, la remuneración al trabajo (el ingreso laboral) y
su gasto en el consumo de los hogares; de la misma manera, el ingreso del
Estado a través de las recaudaciones de impuestos, debería estar relacionado al
consumo del gobierno y a la inversión pública; finalmente, aunque más difusos,
deberían haber también nexos entre el excedente bruto empresarial, con una
parte del consumo privado (el consumo de familias “capitalistas”), con las
inversiones empresariales privadas, y con el saldo comercial no público.
¿Cómo interpretar los cambios en las
estructuras de ingresos y gastos del PIB? Revisemos las estructuras porcentuales
de las participaciones en el PIB de las cuentas del ingreso y del gasto para
promedios quinquenales entre 1991 y 2015, y busquemos las diferencias –si las
hubiera, entre los promedios del período “neoliberal”, 1990-2005, y del
“proceso de cambio-MESCP” de 2006 a 2016 (último año para el que el INE publica
datos de las cuentas del ingreso).
Las diferencias en las cuentas del
ingreso, muestran que el MESCP se caracteriza por un fuerte aumento de las
recaudaciones a costa de reducir la participación del ingreso de los empleados
y de los trabajadores (además del carácter regresivo de los impuestos); por el
lado del gasto, hay un ligero aumento del gasto en consumo de la administración
pública y de las inversiones (en 0,4% y 1,9% PIB, respectivamente) respecto al
período neoliberal, pero con una muy fuerte reducción del consumo privado en
casi 11% del PIB.
En síntesis, desde 2006 el impulso al
crecimiento del PIB, por el lado del ingreso, se concentró en el crecimiento de
las recaudaciones tributarias; por el lado del gasto, básicamente por el
aumento de la inversión pública y de las exportaciones netas, antes que en
consumo privado. Pero, en las actuales condiciones y desde la perspectiva de la
calidad social del crecimiento, ¿es esta estrategia sostenible, y es pertinente
para reducir la pobreza y la desigualdad?
¿Por qué,
a pesar que la expansión nominal de la economía boliviana entre 2005 y 2015 está
entre los episodios de mayor bonanza en los últimos 70 años, Bolivia se
mantiene entre las últimas cuatro economías de América Latina (la menor en
Sudamérica)?
El
comportamiento de las estructuras del PIB ofrece algunas explicaciones. Entre
1990 y 2016, con el gasto en consumo del Estado prácticamente constante en todo
el período, se redujo el gasto en consumo de los hogares, pero aumentó la
inversión casi en la misma proporción. En las cuentas del ingreso, el excedente
bruto empresarial permaneció también relativamente constante, pero desde 2006
las recaudaciones tributarias crecen en directa proporción a la reducción de la
participación de la remuneración al trabajo.
La
simultaneidad de estos dos hechos sugiere que, bajo el MESCP, el crecimiento
tiene como base a la inversión pública y la exportación de materias primas, por
el lado del gasto, y a la presión tributaria por el lado del ingreso. Pero, por
la naturaleza regresiva de prácticamente todos los impuestos que se aplican en
el mercado interno, la mayor presión fiscal ha reducido la participación de las
remuneraciones en la distribución del ingreso, la que se ha reflejado en menor
empleo formal y la caída del gasto en consumo de los hogares: el crecimiento
habría tenido, en realidad, rasgos empobrecedores para grandes sectores de la
sociedad.
¿Habrá
efectos del comercio exterior en la capacidad productiva y en el consumo
interno?
Una economía es saludable no por su tasa de crecimiento,
sino por su capacidad de responder a las necesidades básicas de bienestar,
entre las que está el acceso a un empleo digno.




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