El déficit fiscal es condición para el crecimiento económico
El déficit fiscal es condición para el crecimiento económico
¿Por
qué y bajo qué argumentos se insiste en la necesidad perentoria de eliminar el
déficit?
Según
las identidades contables (verdades axiomáticas) que describen el
comportamiento de la economía, los ingresos son iguales a los gastos:
Ingreso +
Impuestos = Consumo privado + Gasto Público + Inversión + Exportaciones netas [1]
Agrupando:
(Ingreso –
Consumo) = Ahorro Privado = (Gasto Público - Impuestos) + Inversión + Xn [2]
(Ahorro Privado
– Inversión) = Ahorro Privado Neto [3]
Ahorro
Privado Neto – Xn = (Gasto Público - Impuestos) [4]
En
consecuencia, si las exportaciones valen igual que las importaciones (Xn = 0), el
sector privado tendrá un ahorro neto (saldo financiero) positivo, sólo si el
gobierno incurre en déficit: el gasto público tiene que ser mayor a los
impuestos para que la diferencia tenga valor positivo (G>T). Si, además, las
exportaciones netas son negativas (las importaciones
son mayores que las exportaciones, M>X), el déficit público tendrá que ser
aún mayor.
La economía crece en la medida que los
componentes del ingreso y del gasto lo hacen. El ingreso está directamente
relacionado a la generación de valor agregado (VA) –cuyo aporte mayor es la
remuneración al trabajo, pero el VA solo se realiza “cuando se monetiza” al
momento que el producto se vende en el mercado: en un Estado que emite su
propia moneda fiduciaria (no convertible en oro u otro activo en relaciones
fijas), el único actor con capacidad de crear activos financieros reales, es el
Gobierno porque tiene el monopolio de la capacidad soberana de crear dinero.
En consecuencia, para que los privados tengan
suficiente capacidad de compra, el Estado debe introducir en la economía más
dinero que el que retira en los impuestos: “la
condición necesaria para el crecimiento de la economía, es que el gobierno
opere en déficit”: no puede haber ahorro privado neto, sin un acumulado gasto
público deficitario.
Esto, por supuesto,
no significa que no existan factores adicionales que condicionan los límites
del déficit, pero ciertamente establece que, en una economía con dinero
fiduciario, el déficit fiscal está lejos de ser el pecado que los enfoques predominantes
en el análisis económico ortodoxo –anclados en las condiciones que imponía el
patrón oro hasta los años 1960, pretenden entronizar como verdad dogmática.
Esta condición
impuesta por las identidades contables –identificada en INASET hace veinte años,
ha pasado desapercibida (o no pudo ser explicada) porque los modelos dominantes
sobre la economía no consideran el rol del sistema financiero. El tema está hoy
mucho mejor desarrollado conceptualmente en la Teoría Monetaria Moderna (MMT). Recurro
a los argumentos de William Mitchell, uno de los fundadores de la MMT, para
fundamentar la idea básica y sus implicaciones en el comportamiento agregado de
la economía.
Si los objetivos
de la economía son el pleno empleo con estabilidad de precios, entonces la
tarea es asegurarse que el gasto público neto sea suficiente para garantizar
que no sea ni inflacionario (aumento de la demanda nominal en relación con la
capacidad real de la economía para absorberla) ni deflacionario (que no es
capaz de llenar la brecha de gasto dejada por el ahorro no gubernamental).
Decir que no hay
ninguna restricción financiera intrínseca al gasto del gobierno en un sistema
monetario moderno, no implica que el gobierno no debería preocuparse por el
tamaño de su déficit. Los déficits ilimitados son indefendibles. Más bien, el nivel
del déficit (superávit) estará determinado por el ahorro neto del sector privado
(doméstico y externo), compatible con los niveles de bienestar deseados. Es
posible que tal condición no coincida con el pleno empleo, por lo que es
responsabilidad del gobierno, asegurarse de que sus impuestos/gastos estén en
el nivel adecuado para garantizar que esta igualdad se produzca al alcanzarse el
pleno empleo.
Por supuesto, importa
el verdadero control público sobre los recursos, es decir, los recursos que se
emplean para prestar los servicios públicos. Por lo tanto, la infraestructura
real y el conocimiento real, etc., definen la esencia de una provisión efectiva
de bienes públicos. La cifra real de
déficit es irrelevante para hacer esta evaluación. El objetivo debe ser
siempre buscar el pleno empleo manteniendo servicios públicos, eficientes y
eficaces.
Entender el rol y
los límites del déficit fiscal en el funcionamiento de la economía, es pues un tema
que marca la diferencia entre la comprensión del funcionamiento de la economía,
y la defensa del fundamentalismo dogmático de la teoría que se supone lo
determina. El evidente fracaso de los modelos de desarrollo inscritos en el
enfoque económico ortodoxo, se explican en parte en el hecho que, lejos de
buscar soluciones reales para, efectivamente, enfrentar la pobreza y el desempleo,
aplican “acciones envolventes” como la flexibilización laboral, los bajos
salarios y la "reforma" del lugar de trabajo (más poder para los
patrones). Las acciones más directas en las economías menos desarrolladas, terminan
aumentando empleo en la administración pública, esperando que sea el mayor poder
adquisitivo de los nuevos trabajadores públicos, el que genere la nueva demanda
al sector privado.
“El factor común en todas las
recomendaciones neoliberales es que siempre introdujeron al mercado y al
capital privado en el juego, y siempre sacaron del juego al gobierno y a la
gente. El otro factor común es que no logran dar soluciones para el 99%, pero
sí enriquecen muy bien al 1% privilegiado. Cuando hay una acción de ganancia
social que podría realizar, el gobierno (elegido democráticamente y empoderado
legalmente) sin dudar, debería realizarla directamente. Los indirectos métodos
neoliberales no funcionan y, de hecho, en una interpretación maquiavélica,
probablemente no estén destinados a funcionar.”
Son ideas para el debate que nos deberían ayudar a ser mucho más críticos por todo lo que se juega en las próximas elecciones: necesitamos políticos “con piense” y comprometidos con la sociedad; quienes han gobernado hasta ahora –con muy pocas excepciones, están muy lejos de dar la talla. Pero, además, el pensamiento económico necesita liberarse del “fetichismo mateconómico” para volver a reflexionar sobre cómo realmente funcionan el Estado, la sociedad y la economía. Cómo “pagar el déficit” sería el siguiente tema.
Enrique, primero debo decir que el artículo está muy interesante, y el manejo de las identidades muy hábilmente presentado. Sin embargo, creo que el solo revisar identidades es muy limitado y tb peligroso. Primero debemos estar de acuerdo en que el dinero no se debe crear de la nada. El dinero siempre debería significar ingreso para alguien, y el ingreso se crea a través de producción o creación de valor. Si eso es así, el déficit sólo debería existir con su contraparte de Ingreso y producción. Si no así, será solo inflacionario. Lo cual quiere decir que el déficit como tal, no es necesariamente malo, pero el déficit crónico qué sólo eleva el consumo y no crea valor, no sólo termina siendo inflacionario, sino, además, termina destruyendo la producción nacional, pq el gasto transferido se va a la compra de importaciones. Si ese déficit además está compitiendo por fondos que podrían utilizar los agentes económicos, además esta CONFISCANDO la riqueza y limitando la capacidad de producción y obtención de mayores ingresos a las familias y empresas. Entonces, probablemente el gasto público al crear más demanda, podría crear más oferta, pero creo que para el caso boliviano esto no es así. Por lo tanto, el déficit público en Bolivia, destruye la producción nacional y la generación de empleo, promueve una mayor escasez de dólares y es una de las principales causas de la desaceleración. Escribí un poco sobre esto en un artículo que espero se publiqué hasta mas tarde. Entonces, en Bolivia el gasto público no promueve mayor producción pq tenemos problemas estructurales para la creación de valor. Por lo tanto, no provoca crecimiento 🤭🤭🤭
ResponderBorrarEn el patrón oro, efectivamente el dinero debía reflejar el valor del oro que el Estado (el Banco Central) tenía en resguardo porque (en el caso de EEUU, como ejemplo) el Estado garantizaba que si ibas con $35 a un banco, tenías derecho a recibir una onza de oro. Desde los años 1970, las economías operan con dinero fiduciario que solo es convertible en sí mismo; además, las que tienen un tipo de cambio flotante, están exentos de la necesidad de defender el valor relativo de su moneda. En tales condiciones, no existe ninguna restricción financiera para emitir su moneda. Las restricciones son operativas (los procesos inflacionarios) y tienen que ver con los límites reales del aparato productivo para satisfacer la demanda explosiva generada por una “inundación” de dinero.
ResponderBorrarLa capacidad de gasto del Gobierno no está limitada por sus ingresos: estrictamente, su capacidad de gasto viene solo de la decisión de gastar: no gasta "imprimiendo dinero" ; gasta creando depósitos en el sistema bancario privado. El gobierno (TGN) tiene cuentas en efectivo en el Banco Central (BC). Cuando el gobierno gasta, el BC debita estas cuentas y acredita cuentas bancarias dentro del sistema bancario comercial. Así, los depósitos que aparecen como reservas del sistema financiero en varios bancos, reflejan el gasto público. En consecuencia, el proceso de creación de dinero (que no necesariamente es imprimir billetes), solo depende de la decisión del Gobierno para gastar y no tiene nada que ver con un “par y paso” con la creación de valor (pe, $16 millones en abogados externos para la procuraduría).
En resumen, el gobierno, como emisor monopólico de su moneda, no está limitado por los ingresos. De hecho, a diferencia de una persona que primero debe tener un ingreso para poder gastar, el Gobierno primero tiene que gastar para tener ingresos (de otra manera, los privados no tendrían para pagar impuestos, comprar bonos, etc.) que, dicho sea de paso, no lo necesita como respaldo al gasto, sino como medio para regular la capacidad de consumo privado.
Los comentarios finales se refieren a los rasgos generales del comportamiento de la economía boliviana, aspectos que se refieren a los efectos del MAL USO DEL DEFICIT y que identifico de manera coincidente contigo en mi nota; pero no contradicen la proposición inicial de que “el déficit (bien entendido) determina el crecimiento”. Por ejemplo, en el caso boliviano, la sobrecarga fiscal reduce la capacidad de consumo de los hogares en unos $us 8.000 millones, un 20% del PIB, lo que, sumado al contrabando (tipo de cambio fijo), y al manejo prebendal de la hacienda pública, se reflejan en la debilidad del mercado interno para crear valor y empleo.
Para finalizar, resalto, sin embargo (tema para otra conversa) que el gasto deficitario NO compite por recursos con el sector privado: al traducirse en aumento de reservas en el sistema financiero, además de colocar recursos en el sistema, debería influir a la baja en las tasas de interés. Lo que merece analizarse aquí, es a quién beneficia que el Estado “se preste” del sector privado para cubrir el déficit, pagando por ello intereses cuando podría enfrentar los gastos directamente…